CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
Vivir en Rosario: entre el miedo y la lucha
Por Luisina Agostini*, Tania Corsetti*, Gisela Figueroa* y Laura Pasquali*. Nota publicada el 21 de marzo de 2024 por AAIHMEG.
El jueves 7 de marzo, una de nosotras se serenó al averiguar que el chofer de colectivo de la Línea K de Rosario que fue baleado no es su alumno. Otra se lamenta, pues se trata del padre de un compañerito de la escuela de su hijo. Desde hace años nos habita la tensión entre la angustia personal y el dolor colectivo.
La foto del jovencito tomada por las cámaras de la estación de servicio en el momento del asesinato del trabajador el 9 de marzo tuvo tanta circulación como comentarios totalitarios. Y nos trae nuevamente el fantasma de la baja en la edad de imputabilidad. Y si hablamos de fantasmas bien reales, otro es la militarización de Rosario.
¿Cuáles fueron las condiciones de posibilidad de este fenómeno? Como cientistas sociales nos apremia esa pregunta, que no suele estar presente en las explicaciones de políticxs, funcionarixs o analistas. Claramente una condición de posibilidad es ser un país capitalista dependiente; el creciente extractivismo -forma en que se inserta nuestra región en la economía mundial- utiliza el sistema de carreteras, servicios y puertos para vehiculizar mercancías y dividendos de la economía delictual. Dividendos que también contribuyen a sostener la connivencia entre política, fuerzas de seguridad y delincuencia (narcomenudeo y bandas organizadas). Las conexiones entre la economía legal y la delictual son tan sólidas como invisibles. Los responsables del negocio de lavado de dinero no habitan la periferia de la ciudad, sino que residen en las zonas más coquetas de la misma o en localidades aledañas. Constituyen un engranaje clave del fenómeno y sin embargo, nunca protagonizan las noticias policiales.
El diputado y periodista Carlos Del Frade, quien sin dudas conoce en profundidad el fenómeno, sintetizó la coyuntura reciente: "Qué hacemos con los nichos de corrupción de la policía provincial y del servicio penitenciario que forman parte de este negocio asesino, cobarde, que llena las calles de Rosario de sangre de jóvenes trabajadores y que verdaderamente han generado la paralización de la ciudad que siempre ha tenido la raíz y motor de la gesta obrera y de la cultura. Hoy Rosario está paralizada por el miedo por sobre todas las cosas."
Sin embargo, este miedo, que cala en cada una de las personas que habitamos la ciudad, también motoriza luchas que los colectivos de trabajadores bien sabemos dar. Gremios docentes, de la sanidad y del transporte encabezan de manera colectiva el reclamo por el derecho más básico de todos: el de vivir. La ciudad comenzó la semana despojada de transeúntes, colectivos, taxis, escuelas y centros de salud. El martes 12 al mediodía, luego de despedir al colectivero fallecido, Rosario comenzó a moverse, aunque sin motivo aparente, salvo por el hecho de llevar unos pocos días consecutivos sin homicidios.
No obstante los movimientos son cada vez más puntuales, acotados y en una franja horaria que se ciñe a los movimientos del sol. Ya hace tiempo que habitar los espacios públicos y transitar las calles de la ciudad luego de las 8 de la noche es un asunto de ¨valientes¨. ¨Amiga, avisame cuando llegues¨, ¨mandanos la ubicación del taxi¨, ¨mejor nos volvemos todas juntas¨, son algunas de las estrategias que, dada nuestra condición de mayor vulnerabilidad, las mujeres y disidencias venimos desplegamos desde hace años. Sin embargo, como feministas debemos señalar que el incremento de la violencia urbana nos hace sentir más inseguras aún. Y esto en dos sentidos. En primer lugar, el miedo provoca el abandono del espacio público y, a la vez, el espacio público vacío genera más miedo. Esta suerte de circuito del miedo conlleva a una clara restricción en nuestra condición de ciudadanía para trabajar, estudiar y gozar, en fin, en nuestro derecho a la ciudad y a una vida libre de violencia. Sin embargo y en segundo lugar, es por todxs conocido que los feminicidios se dan mayormente en las viviendas de las víctimas, por tanto, si la calle da terror y la estrategia es la de encerrarse en las casas ¿Qué ocurre cuando el hogar no es un lugar seguro?
Hace años se sostenía que las muertes violentas en los barrios más postergados de Rosario eran "ajustes de cuentas" "cuestiones personales" o "reyertas internas". ¡Si sabremos las feministas cómo se han ocultado las violencias de género tras la expresión "crímenes pasionales"! Ajuste de cuentas fue un eufemismo para ocultar cómo la violencia narcopolicial estaba fagocitando los lazos sociales comunitarios sirviéndose del abandono del Estado en donde más presencia debió tener (ese mismo Estado que defendemos con vehemencia y que en aquellos barrios es apenas un centro de salud sostenido por sus trabajadores solidarios).
El 8M que no fue
Rosario no es ajena a la potente convocatoria de cada 8M. Este 2024 la Asamblea Lesbotransfeminista definió reprogramar la marcha para acompañar a las medidas de fuerzas definidas por los sindicatos frente a la situación que atraviesa la ciudad y en solidaridad con quienes más directamente sufren la coyuntura reciente, muchas de las cuales somos partícipes de la misma movilización. Una ciudad atravesada por el duelo por las muertes de trabajadores se convirtió en el escenario desde donde pensar el 8M del 2024 en Rosario. Las mujeres trabajadoras y sostenedoras de la vida nos solidarizamos con el paro del sector de transporte, pero funcionaron asambleas colectivas para pensar cómo tejer acciones en este contexto nefasto.
Las lluvias copiosas inundaron barrios de Rosario y entonces otra vez la marcha que se había programado para el 16 de marzo se suspendió. La solidaridad con la población afectada se convirtió en otra consigna de lucha. Rosario militarizada y Rosario inundada se convierten en un escenario real en el que pensar nuevamente el 8M. Porque las feministas hemos entendido que las luchas se construyen y que lo urgente impacta de lleno en nuestras vidas. Este 8M fue diferente, injusto y trágico.
¿Qué aprendizajes podemos gestar en esta coyuntura? Elegimos pensar en que la lucha se aprende colectivamente y se pone a prueba en los momentos como este, donde el miedo asoma y se instala en nuestra vida cotidiana como un pulpo que pretende atravesar todo lo que toca y romperlo. Elegimos entonces sostener la mirada y el abrazo colectivo entre quienes, pese al miedo, seguimos luchando por la construcción de una sociedad más justa, más equitativa, en fin, para vivir en una ciudad sin violencias.
Lecturas recomendadas:
German De Los Santos y Hernan Lascano Rosario. La historia detrás de la mafia narco que se adueñó de Rosario. Sudamericana, Buenos Aires, 2023
Giacossa, Virginia "Rosario, zona de sacrificio".https://www.revistaanfibia.com/rosario-zona-de-sacrificio
* "Género y trabajo. Abordajes feministas en la historia reciente santafesina". *Socias de AAIHMEG
Por Cintia Kemelmajer